Pasar una tarde en el museo es uno de los lujos que uno puede darse en Buenos Aires donde, tal como ocurre en ciudades como Londres y Nueva York,
Hay varias formas de organizar el periplo, y hacerlo caminando es una de mis favoritas cuando pretendo deleitarme con un paseo por plazas y jardines encantadores.
En el trayecto se puede visitar desde el Museo Nacional de Bellas Artes, inaugurado en 1896, que cuenta en la actualidad con el patrimonio artístico más importante de América Latina, hasta uno de los más modernos, como el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) donde, en esta oportunidad, llegué caminando sobre una alfombra de flores violáceas de jacarandá para ver la exhibición Antonio Berni: Juanito y Ramona.
Creo que no podría haber tenido mejor introducción para una muestra imperdible, que reúne 150 obras de las célebres series Juanito Laguna y Ramona Montiel –creadas por Berni desde fines de los años 50 hasta los años 70– en las que, con extraordinaria creatividad, denuncia una realidad social marcada por las desigualdades y por el impacto del consumo.
Conociendo a un rico niño pobre:
El itinerario se inicia por el 2do piso, donde los cuadros “Villa Tachito” y “Villa Piolín” perfilan el contexto urbano al que pertenece Juanito, el personaje de Berni, creado como un chico de la villa del Bajo Flores al que vamos conociendo poco a poco junto a su familia: en una enternecedora navidad; aprendiendo a leer; afrontando infortunios; y en numerosas obras en las que el gran maestro nos sorprende con la experimentación de técnicas innovadoras.
A lo largo del recorrido fui familiarizándome cada vez más con este personaje entrañable, en cuyas representaciones Berni incorpora, admirablemente, desechos y basura urbana, lo que hace más vívida la historia de este niño villero, hijo de un peón metalúrgico.
Atrapada en el relato, la pena que me provocaba una vida signada a la pobreza se fue transformando en gozo al percibir el embeleso con que ese chico descubría e interpretaba todo lo que sucedía a su alrededor. Era el gran protagonista: la persona a la que saludaba el cosmonauta a su paso por el barrio; el que soñaba con un mundo mejor; el que se aventuraba a la gran ciudad, y el que transformaba los desechos en divertidos juguetes.
No había en él resentimiento ni violencia e, indudablemente, contaba con el vigor y el arrojo suficientes como para dejar atrás sus monstruos y lograr una vida mejor porque, como bien dijo su creador, “Juanito es un chico pobre, pero no un pobre chico”.
Berni retoma esta serie en los años 70, dejando de lado los grabados y usando técnicas de ensamblaje y colores más brillantes con los que representa a Juanito remontando un barrilete, pescando, jugando o durmiendo, en medio del basural. Utiliza para ello materiales muy presentes en la cultura popular, como latas y desechos industriales, en una clara alusión al impacto de la industrialización en el medio ambiente. Con esto se adelanta en la denuncia de un problema que adquiriría plena vigencia 20 años después, a partir de
Sugestivo encuentro con la costurerita que dio el mal paso:
El segundo personaje de la muestra es Ramona Montiel, una chica de barrio que, agobiada por su trabajo de costurera y deslumbrada por los lujos mundanos, procura alcanzar una vida soñada ejerciendo la prostitución.
El compromiso social y político de Berni se manifiesta, en esta serie, en una crítica a la condición desfavorable de la mujer en los años 60 y en la ironía con la que muestra a los personajes relevantes de la época que acompañan el relato.
Con Ramona el maestro experimenta y perfecciona nuevas técnicas, incorpora recursos de la gráfica y logra relieves que me tuvieron embelesada. Me sentí en medio de la cocina del arte al poder observar el meticuloso trabajo que reflejan los tacos que se exhiben junto a las sorprendentes obras acabadas, a las que definió como “xilo collage relieves”.
Cada cuadro es una caja de sorpresas que invita a descubrir nuevos ornamentos. Porque, así como en la serie de Juanito abundan los desechos recogidos de los lugares en que se desarrolla la historia, en la de Ramona –una mujer seducida por los brillos– abundan encajes, lentejuelas, prendas femeninas, fantasías y decorados en los que se puede adivinar una clara influencia de los años que Berni vivió en París, ciudad en la que, seguramente hurgando en el Mercado de las Pulgas, no solo encontró prendas y abalorios de
Puede ser, igualmente, una de las razones por las que Ramona, además de vivir su vida en la ciudad, deja su barrio, adquiere nuevas habilidades y viaja a Europa, donde se vincula con personajes propios de otras culturas y adopta costumbres y modas más sofisticadas con las que luce muy glamorosa, como en la obra que el gran maestro titula “
Fue para mí un privilegio poder disfrutar de esta fantástica muestra; celebro que tanta gente haya podido hacerlo en la reciente Noche de los Museos y espero que puedan verla muchos más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario